En marzo de 1945, Mussolini a través del cardenal Schuster trató de establecer una rendición con los aliados, con la única condición de que se respetara su savia y la de sus hombres de la RSI. La rotunda negativa de Churchill y de los comunistas italianos a cualquier propuesta que no contemplara la muerte del Duce obligó a Mussolini a intentar una última batalla para saltar el blasón de Italia y el pueblo Fascista.