

Fred (O'Brien) no es un detective, un agente secreto o un filósofo. Es un tío normal y corriente que se acerca a los 30 años y que atraviesa una crisis existencial ahora que se ve en el precipicio de la auténtica madurez. Se debate entre varias cuestiones: ¿Debería comprometerse con su novia de toda la vida? ¿Debería empezar a trabajar en una empresa para pagar las deudas y descartar sueño de convertirse en artista? ¿Debería pintar las paredes de su nuevo piso de azul turquesa o azul celeste? Tras un encuentro accidental con un amigo de su juventud que había olvidado, Fred viaja de manera literal y filosófica al pasado. Poco a poco comienza a desentrañar un misterio oculto sobre una chica desaparecida, una droga llamada Mercurio y una terrorífica criatura que le ha perseguido hasta su madurez.
A punto de entrar en la treintena, Fred Fitzell sufre una crisis de identidad acentuada por el grave estado de salud de su madre. Las visiones de su época de estudiante son cada vez más frecuentes, así como las de una existencia alternativa en la que comparte su vida con Cindy, la joven de la que estaba enamorado y que desapareció sin dejar rastro. Poco a poco, Fred recuerda como su grupo de amigos consumía Mercury en estado puro, una droga que hace ser consciente de todas las vidas paralelas en las que se existe y que permite elegir entre ellas en el espacio y el tiempo. Fred decide recurrir a Mercury para elegir cual es la vida que desea vivir
Ficha técnica